LA PARADÓJICA INFLUENCIA POSITIVA DE LA MADRASTRA DE ARGUEDAS

El discurso de Arguedas es la ocasión perfecta encontrada para el desahogo, para la justicia y la recompensa por la discriminación  sufrida durante su niñez. En efecto, como en toda persona, la etapa de la niñez es la más influyente para la vida de la persona. En el caso de Arguedas, no fue distinto pues encontró en la servidumbre, el amor que en su familia se le negó. Se identificó y se forjó con ellos.

La frase del discurso “Soy hechura de mi madrastra”, debería citar “soy hechura del poco cariño de mi madrastra”. Tal vez, las cosas se dieron tal y como debieron ser. Si hubiese tenido el cariño de su madrastra y el aprecio de todos a su alrededor, no se hubiese  visto obligado a batir los record de veintes en el colegio que el rompió.

 En este discurso, Arguedas se desahoga pero no reniega de su niñez, es más, parece agradecer entre risas el que su madrastra  le haya entregado como cama una batea y lo haya protegido del frio con unos pellejos y frazadas sucias pues, de no haber sido así, puede que Arguedas no creciera tal y como creció.

FUENTE: http://soycapullana.blogspot.com

La formación que tuvo cuando niño, también se vio influenciada por su participación en la vida de Puquio, una comunidad de indios que nunca dejaron que los señores abusaran de ellos, orgullosos de su fuerza de trabajo y sobresalieron notablemente entre otros indios. Los incas no los sometían con facilidad y los señores españoles no eran suficientemente fuertes para dominarlos.

Cuando empezó a leer obras de autores sobre indios, le parecieron tan falsas y alejadas de la realidad. No era lo que él conocía,  la forma en la que  los describían, no representaba lo que Arguedas había vivido, había sufrido y había gozado en ocasiones de forma tan cercana que se sintió uno más del pueblo indio.

Sintió injusta la narración de situaciones que conocía y se vio obligado a realizar una narración más precisa e inequívoca. Tomó el valor de los pobladores de Puquio, y no se dejó intimidar por el renombre de escritores de trayectoria como Albujar y Luis Felipe Cueto y Wesphalen. Evocó los recuerdos de lo vivido en primera persona y lo plasmó sin temores para hacer justicia al pueblo indio y a él mismo.

Yuliana Angela Cruz Portilla