martes, 5 de julio de 2011

ARGUEDAS DIFUSOR DE LA CULTURA ANDINA

José María Arguedas consiguió demostrar en sus obras, con su arte y conocimientos de un quechua hablante, y con sus apegos a Mariátegui  y después a Lenin; que la realidad tenía que cambiar; haciendo una revolución de adentro hacia fuera.  Donde la cultura y el arte eran sus mejores armas que demostrarían que no hay país más diverso y  más múltiple que el  Perú, y así sólo con la fuerza de la cultura y el arte se podía dar un cambio social a la nación.

Valorar lo andino, desde la dimensión arguediana, significa no sólo recordar los intihuatanas o relojes solares, o los poemas míticos como expresión de una gran cultura, sino alentar la necesidad de nuevas formas de relacionarse con los hombres y mujeres andinos y con los productos culturales de estas gentes, reivindicar su potencialidad y autonomía en los marcos de una convivencia política donde el racismo no siga condenándolos a la miseria y la enajenación permanentes, o a las masacres dentro de sus propias comunidades. Surge, entonces, una pregunta de respuesta indispensable: ¿De qué modo cumplir la relación positiva mito-liberación? La falsa contradicción entre modernidad y tradición, tan popular en las ciencias sociales en el Perú, es superada por Arguedas en su propuesta de un socialismo integrador, transparente, humanista. : “Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontró un orden permanente en las cosas; la teoría socialista no sólo dio un cauce a todo el porvenir sino le dio un destino y lo cargó aún más de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo.

La propuesta de Arguedas despertó interés por la teorización acerca de la cultura nacional entre los humanistas, filósofos y científicos sociales recién al final del decenio del ‘70 Aníbal Quijano manifiesta preocupación, tanto por el rol del investigador social en el terreno cultural, como por la emergencia del grupo “cholo” como nuevo componente de la fisonomía social peruana; eje de sus ensayos es el tema de la dominación a través de la cultura.

Dentro de similar perspectiva otros intelectuales y educadores se plantean diversas interrogantes y reflexiones sobre el carácter de la cultura y el problema de la identidad nacional en nuestro país: Augusto Salazar Bondy, José L. López Soria, Antonio Cornejo Polar, Manuel Baquerizo, Alberto Escobar, Guillermo Lumbreras, Wilfredo Kapsoli, Rodrigo Montoya, Alberto Flores Galindo, Manuel Burga, Carlos Iván Degregori, Nelson Manrique, Sinesio López, José Luis Ayala, Nicolás Matayoshi, entre otros, constituyen ejemplos de esta actitud.

Arguedas puntualizó la necesidad de dar preferencia a la literatura oral, tanto porque su estudio sistemático apenas se había iniciado en el Perú, como porque es la expresión tradicional más vulnerable a los factores que impulsan los cambios de la cultura, extinguiéndose por esa causa más rápidamente que la música y la danza. Afirmó, además, que la cultura quechua funciona como una forma de defensa contra el mundo misti y enfatizó el dilema que plantea los lados positivos y negativos del mito. Yawar fiesta constituye un momento crucial en la trayectoria del autor, porque a partir de este libro comienza a ver el mito como un principio racional y un motor de acción, mientras que lo irracional está representado por el comportamiento de los mistis.

Nadie como él pinta, en forma magistral, el oprobio y la esperanza del campesinado en nuestra patria. La fuerza de la realidad subjetiva del universo andino caló tan hondo en su alma que su mensaje está impregnado de ese aliento. Tal vez por ello, sin oponer lo mítico a lo social-real, es que en una oportunidad escribió lúcidamente.
En el verano de 1987 Alberto Flores Galindo fue laureado en Cuba por su trabajo Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes. La perseverancia de los mitos y tradiciones y su correlación con los movimientos sociales de la historia andina son mostrados desde una perspectiva política audaz. Sin estar de acuerdo con la dimensión utópica que Flores Galindo sugiere para la simbología andina (particularmente considero que el discurso mítico encara mejor esta simbología, hay que reconocer el aporte del historiador en desmitificar la "situación andina”, subrayando la humillante situación de andinos de carne y hueso, hambrientos de pan y de justicia. Para Arguedas, el “problema del indio” ¡eran los blancos!.

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